Hace
poco más de una semana la ACB anunciaba que Ford Burgos y Lucentum Alicante no
participarán la próxima temporada en la máxima categoría del baloncesto español.
La razón, que los recién ascendidos desde la LEB Oro, no pudieron entregar la
cantidades requeridas (tres millones de euros, aproximadamente) en el plazo
marcado por la Asociación cestista.
Ya
la temporada pasada, el conjunto alicantino tuvo que renunciar a su plaza en la
élite (tras clasificarse para play-off), vendiéndosela a un CB Canarias que
logró entrar en la misma `sobre la bocina´ y que, actualmente, sufre para
mantener su sitio en la 2013 – 2014. Asimismo, Menorca, equipo que junto a los
canarios conseguía en ascenso deportivo desde LEB Oro, veía como el trabajo sobre el parquet no servía
para tumbar las exigencias económicas de la ACB.
De
esta forma, no es novedad lo vivido por Burgos y Alicante, sino que comienza a
convertirse en el pan de cada verano para la ACB, que cada pretemporada está
siendo noticia por cuestiones alejadas del panorama deportivo, dañando su
propia imagen y, por extensión, la del baloncesto nacional.
Como
Asociación de Clubes de Baloncesto que es, la entidad que dirige la liga de
mayor nivel en el continente europeo afronta una complicada situación, producto
de la realidad socio-económica que atraviesa España. Los acontecimientos
evidencian que las exigencias financieras marcadas por la ACB son imposibles de
alcanzar por muchos clubes nacionales, por lo que los clubes asociados deben
sentarse a estudiar la situación sino quieren convertirse en una Asociación
`Cerrada´ de Baloncesto.
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